Mi año empezó con dos pérdidas que me marcarán el resto de mi vida, este pasado mes perdí a dos personas muy queridas que han dejado un gran hueco en mi corazón, primero fue mi padre, y a los once días, mi hermano mayor.
El cáncer se los llevó a los dos en poco tiempo, uno se fue sumiendo poco a poco, arropado por el cariño de los suyos como se merecía, el otro, sufrió todo tipo de tratamientos y operaciones, luchando para mantenerse tranquilo y fuerte delante de su pequeño, su mayor orgullo.
Todo este tiempo he tratado de reunir fuerzas para dar un último adiós pero hasta hoy no me sentía con fuerzas para escribir desde lo más profundo. No me puedo imaginar hasta dónde habría caído si no fuese por el brazo firme y lleno de amor de mi adorada catalana que soportó todos mis malos momentos y me dio fuerzas para hacerme el fuerte delante de mi familia cuando ellos necesitaban que alguien no se derrumbase.
Estos momentos tienen un punto positivo, aunque parezca mentira, te hacen saber quienes son las personas que debes mantener cerca de ti y a quienes no les importas. También he de decir que estoy orgulloso de mi familia cercana y de lo que nos hemos apoyado unos en otros en todo momento.
De mi padre puedo decir que no pude tener otro mejor, no sé si mucha gente podrá decir lo mismo, pero yo es lo que siento, en toda mi vida nunca tuve nada que reprocharle, era un hombre tranquilo, encantador, con un humor especial y ante todo, una persona llena de amor por los suyos, aunque le fallasen, él siempre estaba dispuesto para ayudar, sin rencores.
Un hombre enamorado de mi madre hasta los huesos durante más de cincuenta años y que se lo demostraba día a día.
En suma, un hombre bueno y sabio.
Mi hermano nunca se comportó como un hermano conmigo, por la diferencia de edad, casi veinte años, podría decir que fue como un segundo padre para mí, él me descubrió la música y una manera nueva de disfrutarla y entenderla, siempre me llevaba a todas partes donde él iba y de alguna manera fue quien me descubrió el mundo y me enseñó a desenvolverme en el.
Aunque siempre se comportó como un niño grande, cuando nació su hijo, mi ahijado, la genética hizo su magia y se convirtió en un padrazo, un hombre cariñoso y protector como nuestro padre había sido antes.
La adoración que sentía por su hijo se podía sentir en el ambiente cuando estaban juntos, bastaba con mirarle a los ojos rebosando amor.
Esto es lo que hace que resulte tan difícil despedirse de dos personas tan especiales, de esas que te marcan, sólo espero convertirme en alguien tan querido y especial cuando tenga sus edades.
Quiero recordarlos siempre así y olvidar su enfermedad, a mi padre en su rincón favorito de la playa y a mi hermano con su gran afición, la fotografía.
Y ahora que las lágrimas ya llegan a mis ojos, creo que es el momento de decir simplemente:
Adiós, os quiero y os voy a echar mucho de menos.
Esta va para ti, papá
Antonio Machin ~ Un Compromiso
Y esta para ti, Jose